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Chema de la Torre
Recién confirmado como uno de los cien médicos más importantes de España, Chema de la Torre, jefe de servicio de Cardiología de Valdecilla desde 2023 ... y vicepresidente de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), repasa los factores que ponen en riesgo al corazón y los que amenazan a la sanidad pública, porque «habrá un momento en que no llegará a todo», y destaca «la gran revolución de la medicina» que viene con la inteligencia artificial.
–Por tercer año consecutivo, ha sido incluido en la lista Forbes de los 100 mejores médicos de España, difícil llegar pero más aún mantenerse, ¿cómo se consigue?
–Bueno, llegará el momento en que salga para que entren otros. Es un reconocimiento a un aspecto global, valoran tu actividad asistencial, pero también la presencia en formación, en investigación, en instituciones, en medios... buscan un perfil de profesional que tiene actividad en múltiples vertientes. Se fijan en uno, pero podrían ser otros cien, porque anda que no hay... Pero se agradece.
–Está al frente de un servicio que se puede decir que es una de las joyas de la corona de Valdecilla.
–Sí, es un servicio potente, que cubre todo, desde la consulta básica al trasplante de corazón. No tenemos que enviar a fuera a nadie. Lo único que no se hace aquí, pero porque fue necesario organizarlo así en España, es la atención al niño pequeño con enfermedad congénita complicada.
–Se realizan intervenciones que hace años eran impensables, ¿puede poner un ejemplo?
–Por supuesto, hay mucha técnica nueva. Quizá uno de los cambios más disruptivos en Cardiología es la colocación de las válvulas por catéter a través la arteria femoral –se mete una válvula plegada que se despliega dentro del corazón–. Cuando nos lo contaron, en 2002, hasta nosotros decíamos 'eso no puede funcionar', y ahora hacemos más de 150 al año.
Las claves
«La combinación de imagen, genética, dato clínico e IA será la gran revolución de la medicina»
«No es normal que veamos 6.000-7.000 pacientes nuevos al año, no hay tanta enfermedad cardiaca»
«A este país le sobra política por todas partes, y la sanidad pública necesita un acuerdo de todos»
–¿En Cardiología ya está todo inventado?
–Que va. Hay que refinar lo que tenemos, uno de los problemas de estos procedimientos, por ejemplo, es que el tubito por el que se mete todavía es gordo y hay complicaciones vasculares, pero un día será mucho más fino, como los stents coronarios. Vendrán tecnologías nuevas de la mano de la imagen cardiaca y la inteligencia artificial, que van a permitir que reconozcamos patrones de enfermedad de una manera más precisa y sofisticada. La combinación de imagen, genética, dato clínico e IA va a revolucionar la Cardiología y todas las especialidades, porque va a ser capaz de discernir para cada individuo cómo es su enfermedad, cómo va a ser tratada y cómo va a evolucionar; te va a predecir mucho mejor. Esa va a ser la gran revolución de la medicina.
–¿Una revolución que aún tardará o que ya está aquí?
–Eso está llegando ya. Hay mucho boom alrededor, de todas las empresas que están ello, veremos las que quedan al final, pero en cinco o diez años ya se estará haciendo la medicina de otra forma.
–¿Qué fue de ese proyecto pionero en España que iba a llevar la inteligencia artificial a los centros de salud de Cantabria para predecir los problemas cardiacos?
–Por fin estamos cerca de empezar. Lo que se busca es ver si un sistema de IA puede ayudar a que el médico de Atención Primaria saque una información más precisa del electrocardiograma que hace a sus pacientes, de forma que derive al cardiólogo cuando, por ejemplo, detecte una alta probabilidad de insuficiencia cardiaca; pero habrá casos en los que se verá que no es preciso derivar.
–¿Eso descargará la demanda de consultas y las listas de espera?
–Si funciona, sí. Se trata de que lleguen al hospital los que tienen que llegar. No es normal que veamos 6.000-7.000 pacientes nuevos al año, es demasiado. No hay tanta enfermedad cardiaca. Este sistema ayudará a mejorar la precisión, el médico de familia tiene que ver de todo pero no puede ser experto en todo, es imposible. Necesita técnicas que les ayuden a afinar.
–Las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte en España, compitiendo con el cáncer, ¿muchas de ellas se pueden prevenir, no nos cuidamos lo suficiente?
–Las enfermedades cardiovasculares siguen a la cabeza, pero cada vez se muere menos gente, lo que pasa es que hay cada vez más afectados (pacientes de más edad, que se cronifican...), por eso numéricamente la tasa es alta. Pero hace 25 años se moría el 20% de los que sufrían un infarto, ahora se muere el 3%. ¿Siguen factores de riesgo actuando? Sí, no hay más que salir a la calle: sobrepeso, obesidad, falta de actividad física, hay quien fuma todavía, quien ni se mira la tensión, la gente diabética que come mal y no se pincha la insulina adecuadamente... No solo se ignoran los factores de riesgo, sino que una vez que se conocen no se controlan bien.
–De todas esas causas que dañan al corazón, ¿cuáles serían las tres que más se repiten?
–Siempre se ha considerado la hipertensión, la diabetes y todo el complejo metabólico de hipercolesterolemia con obesidad, etc. Como me decía un paciente: 'O sea, grasa, azúcar y humo'. Pues sí, el exceso de niveles de lípidos, la diabetes tipo 2, la hipertensión, que también está relacionado con la vida sedentaria. A eso se suma la falta de sueño, dormir poco se considera un factor de riesgo.
–Recientemente, he leído que un cardiólogo advertía de los riesgos de las redes sociales...
–Es que es un factor de insomnio, la gente se acuesta mirando las redes sociales en las pantallas y está demostradísimo que se duerme peor. Hemos solicitado un proyecto del Ministerio de Sanidad para utilizar los datos de Cohorte Cantabria para ver factores de riesgo cardiovascular, los clásicos y nuevos que puedan aparecer.
–¿Se nota que aumenta la enfermedad en gente más joven?
–Por suerte, no tanto, porque el tabaco ha bajado mucho, y es el gran protagonista del infarto joven. Sin duda alguna, lo que vemos son más mayores. En los 90, un paciente de ochenta y pico años casi se le daba por perdido; pero ahora se le puede ofrecer de todo porque llega con buena calidad de vida.
–¿Qué impacto ha dejado el covid a nivel cardiaco?
–Hubo cambios en los años de la pandemia, todas las curvas se quebraron (unas ascendentes y otras descendentes), pero han vuelto al punto en el que estaban. Hay como una necesidad de buscarle una especie de maldición al covid. A nivel patológico, produjo un daño brutal en aquel momento, pero las cosas volvieron a su cauce.
–Si buscamos en internet, encontramos informaciones que hablan del aumento de infartos tras el covid, de riesgos de las vacunas... ¿qué hay de verdad y de falsedad en todo eso?
–Te puedo asegurar, porque tengo los datos nacionales, que el número de infartos en 2024 ha sido igual o incluso un poco menor que en 2019. Hay una tendencia descendente en España, porque en Atención Primaria y, en general, en todas las especialidades se cuida más la prevención secundaria, y el tabaco ha descendido...
–¿Y las vacunas del covid?
–Si hubiera habido un efecto de las vacunas hubiéramos visto más infarto y no ha sido así. Pero todo el mundo estaba empeñado en encontrarle algo malo a la vacuna.
–¿Puede ser que cambie la percepción de la enfermedad a medida que cumplimos años?
–Sin duda, es un sesgo muy interesante. La gente, con la edad, ve más enfermedad en su entorno que cuando era joven. Y cuando ya estás en los cincuenta y tantos, además hay muertes próximas (padres, suegros, amigos)...
–Cuando hay muertes repentinas en gente joven, en teoría sana, ¿qué puede haber detrás?
–Hay mucho factor genético, hay genes que predisponen más. ¿Por qué hay familias que viven todos más de 90 años? ¿O familias que no han conocido el cáncer o las enfermedades cardiovasculares? Y otras, en cambio, se infartan con cuarenta y pico años. La capacidad de encontrar perfiles genéticos mejorará con la IA.
–La reforma del estatuto marco del Ministerio ha indignado al colectivo médico, ¿qué opina?
–Hay cosas que han molestado. El problema es que cuando una ley gusta mucho a unos y poco a otros no es buena, porque significa que es de perfil político, no médico, profesional. Hay aspectos que se pueden discutir, como que los jefes de servicio no puedan hacer actividad privada; yo no la tengo, pero respeto que se tenga. ¿Qué puede haber conflicto de intereses? Si se descubre que hay distorsiones en alguien, que vayan contra esa persona, pero no creo que la solución sea prohibirlo.
–¿Sobra política en la sanidad?
–A este país le sobra política por los cuatro costados. En gestión sanitaria, la gente trabaja y hace lo posible porque esto funcione. Pero el problema es que si hay que tomar una medida, pesa tanto el impacto político que no se toma, aunque sea técnicamente recomendable. Un partido arroja piedras al otro cuando toma medidas, se acusan de querer hacer con la sanidad cosas y las auténticas decisiones no se toman porque son incómodas y les preocupan los votos.
–¿Qué idea le daría a los gestores actuales para hacer más eficiente el sistema sanitario?
–Concentrar. Los procedimientos médicos hay que centralizarlos. Se ha generado el mito de la proximidad, hacerle pensar a la gente que lo mejor es tener los servicios al lado de tu casa. Y eso ha sido muy dañino. La proximidad es importante para la urgencia. Pero la atención médica habitual y el procedimiento electivo hay que concentrarle para que sea más eficiente y seguro.
–¿Es la solución para los problemas del Hospital de Laredo?
–Sí. Nos van a pedir cardiólogos que no vamos a tener, van anestesistas de Valdecilla a hacer guardias allí... cuando lo ideal sería concentrarlo aquí. Yo no digo que haya que cerrar Laredo, pero en Cardiología se puede hacer un equipo común, mandas todas las mañanas a dos o tres profesionales a hacer consulta allí, pero trabajando también en Valdecilla. Porque el cardiólogo joven no quiere ir a un sitio donde solo va a hacer consulta. Con el tiempo, van a tener que ceder a una gestión compartida.
–¿Qué futuro le augura a la sanidad pública?
–Habrá un momento en el que no se llegue a todo y hay que verlo sin prejuicio político porque es la realidad. La sanidad pública tiene que seguir existiendo y ser fuerte, pero hay que lograr un engranaje con la privada, sin recelos de que es la evolución natural. La visión política contamina el análisis serio de las cosas. La única manera de salvarlo es un gran acuerdo por la sanidad, apoyado por todos.
–Cardiología es la especialidad más demandada siempre entre los jóvenes médicos, ¿ahí no faltan aspirantes como en otras?
–No, siempre es de las más demandadas entre los residentes. Pero me preocupa mucho, como profesor, el perfil que entra en Medicina. No sé si muchos de ellos eligen Medicina porque querían o porque pueden, solo porque tienen las mejores notas. Nosotros lo cogíamos por vocación, y no teníamos estas notazas, ni mucho menos. Antes, la gente tenía entusiasmo por ser médico. Pero ahora creo que estamos primando y premiando otras virtudes, como la capacidad de estudiar millones de horas.
–¿El sistema actual deja fuera a posibles buenos médicos porque no les da la nota?
–Claro, porque no se evalúan las otras variables y virtudes, más allá de la nota. Estoy convencido de que se quedan sin poder venir a Medicina médicos de verdad y entra gente que se equivocó, porque no les gustan los pacientes, no empatizan... El sistema está aberrado, se ha pasado al extremo. Pero no tiene pinta de que se vaya a cambiar, lo fácil es mantenerlo.
–¿Qué le parece el debate abierto por la vicepresidenta Montero, que ha dicho que «los médicos formados en la privada no ofrecen garantías»?
–Te hace reír. Cómo puede decir eso, qué argumentos tiene. No puedes decir esas barbaridades, te desacreditas a ti mismo
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