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Imagen de Max, el mastín envenenado en La Concha que falleció por la ingesta de veneno de caracol. DM

La Guardia Civil investiga a dos personas por envenenar perros en San Roque

A los detenidos, un hombre y una mujer del municipio, se les atribuye la presunta comisión de este delito con resultado de muerte en uno de los tres animales intoxicados

Sábado, 17 de mayo 2025, 07:46

La Guardia Civil ha confirmado la detención de dos personas, en calidad de «investigadas», por un delito de envenenamiento de «tres» perros en San Roque de Riomiera. Se trata de un hombre y una mujer, residentes en la localidad pasiega, a los que se les atribuye una presunta intoxicación «intencionada» de los canes propiedad de dos vecinas con las que habían mantenido ambos disputas previas. Al parecer, y según se desprende de los informes veterinarios incorporados en las dos denuncias realizadas, la intoxicación se produjo por la ingesta de «veneno de caracol». De resultas de estos hechos, Max, un mastín de dos años, falleció, mientras que los otros dos animales (una mastina llamada Concha y un Border Colly de nombre Toby) lograron salvarse, tras un duro trance.

Según confirmó la Guardia Civil a El Diario Montañés, para llegar hasta los dos investigados por este caso ha sido «fundamental» la colaboración ciudadana. Y es que, según las denuncias interpuestas por los propietarios de los animales, surgió un testigo esencial que accedió a colaborar y declaró ante la Benemérita que estas dos personas le propusieron que envenenase a los tres perros, algo a lo que el hombre se negó en redondo.

Toby fue el primer perro envenenado en La Concha. DM

Los crueles hechos se remontan a «enero y marzo» de este mismo año. La primera víctima del veneno fue Toby, un precioso Border Colly al que su dueña pudo salvar la vida al reaccionar rápido tras ver vomito verde azulado, y aconsejada por la veterinaria de que lo llevara de inmediato. Mientras iba en el coche, un vecino le dijo que le suministrase «agua oxigenada diluida en agua». La mujer llegó a la clínica Parque Morales, en Santander, «donde las veterinarias hicieron un trabajo extraordinario y lo salvaron», explica. Con dolor e impotencia, la vecina relata a El Diario Montañés que puso denuncia a la Guardia Civil porque tenía ya entonces ciertas «sospechas» sobre los posibles autores, aunque no dio nombres. En su caso, el envenenamiento se produjo dentro de su propiedad, en una finca vallada y cerrada al paso. Asimismo, al disponer de cámaras, pudo comprobar que el mismo día que se intoxicó a Toby, a las 7.20 horas de la mañana, la grabación aportada a la investigación capta luces de un coche –y de una linterna– al otro lado del río y atravesando su finca junto a su coche. «Tengo informe de todo», explica, asegurando que tras estos hechos, ha colocado focos solares que se encienden cuando acceden intrusos, pensando en el bienestar de sus otros animales. «Si tienen algo contra mí que vengan, yo voy de cara», afirma ahora, reconociendo que desde entonces «no vivo tranquila», ya que se pasa el día vigilando a sus animales. La mujer no quiere que Toby vuelva a pasar por lo mismo. «Vomitaba y convulsionaba temblando y permaneció dos días ingresado», describe.

Max, el perro guía

El mismo día en que San Roque de Riomiera se estremecía por la muerte de los cuatro jóvenes en Lunada, el pequeño barrio de La Concha, al pie del ahora más sombrío pero bello puerto de montaña, lamentaba también la muerte por envenenamiento de Max, un mastín de dos años y medio que era muy popular en la zona. Al igual que en el otro caso, alguien le dio de comer «veneno de caracol» y su enorme y fornido cuerpo no soportó este viaje. Su madre Concha (como el nombre del barrio), otra mastina de mayor edad, también comió de lo que le dieron a su hijo, pero tuvo más suerte.

Los dueños de Max y Concha también han presentado denuncia en la Guardia Civil por estos hechos, ya que tenían claro, al igual que la otra vecina denunciante, que lo que les ocurrió «fue premeditado». Y es que Max no era un perro cualquiera, según relatan ahora sus propietarios a El Diario Montañés. El animal «era un ser muy cercano, que acompañaba a los turistas en las rutas y que a más de uno le trajo de vuelta y lo sacó de la niebla en Lunada», explican apenados.

En su caso, y así consta en la denuncia, el día de los hechos una persona «identificó un coche» en las inmediaciones del lugar donde se encontraban siempre los dos perros y los tiempos «coinciden» con el periodo que tarda en hacer efecto el veneno de caracol. La sustancia azulada es muy atractiva para los canes por su olor y los dueños están seguros de que a sus perros se lo tuvieron que suministrar «en mano», ya que Max y Concha suelen ir sueltos y en «manada», junto a otros tres perros del barrio, porque son «muy dóciles». El caso es que el resto de animales «no comió ni se intoxicó», afirman, solo los dos que pertenecían a la familia. También coincide que estas personas habían mantenido disputas previas con los detenidos. Al igual que la dueña de Toby, ellos tampoco están tranquilos ni se sienten libres desde entonces.

Multas y pena de cárcel

Ahora, los investigados –si se demuestra su implicación en los hechos que les atribuye la Benemérita– se enfrentan a un delito por envenenamiento que puede considerarse una infracción grave y está tipificado en el Código Penal, dependiendo de la gravedad de los hechos.

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