Sonia García y Félix Moreno

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Sonia García y Félix Moreno
Nada más conocerse el pasado domingo el accidente mortal con dos fallecidos en la vertiente burgalesa del puerto de Estacas de Trueba, Sonia García, la ... madre de Izan, uno de los cuatro jóvenes fallecidos tras despeñarse en marzo su coche por una de las laderas del portillo de Lunada, escribió desde Madrid un mensaje al periodista que firma esta entrevista. «¿Te has enterado de la noticia en Espinosa de los Monteros?», tecleó. «¡Madre mía!, ¿había guardarraíles?», preguntó con interés. Esa es su lucha y la de su marido, Félix Moreno. Que Lunada se convierta «en un puerto seguro, pero sobre todo que pongan los malditos guardarraíles». Solo así sentirán que la muerte de Izan (su hijo), Juan Ramón, Afra y Ana María no ha sido en balde. «Nosotros ya tenemos la vida destrozada, hay que impedir que les suceda a otros».
–En primer lugar, ¿cómo se encuentran?
–Destrozados, porque, al final, te levantas cada día pensando en que esto que nos ha sucedido es una pesadilla, piensas que es irreal, que lo has soñado.
–¿Con qué sensación se fueron de su última visita a Cantabria tras la entrevista con el consejero de Fomento y la delegada del Gobierno?
–Con la mismas con la que vinimos, siendo sinceros.
–Son y viven en Madrid, y durante todo este tiempo han comentando que ningún representante político de Cantabria les había contactado. ¿Se han sentido solos?
–Tampoco es que por llamarte te vayan a solucionar nada, ni te van a aliviar el dolor, pero un telefonazo, aunque sólo fuera protocolario, lo habríamos agradecido. Además, el accidente de los niños no ha sido el único registrado en ese puerto en los últimos años.
–¿Qué piden?
–Que ese puerto, el de Lunada, como cualquier otro que dependa del Gobierno de Cantabria o del Estado sea seguro.
–El pasado domingo otro grupo de jóvenes tuvo un accidente mortal en un puerto muy cercano, en Estacas de Trueba, en la vertiente burgalesa, y aquí fue inevitable acordarse de su hijo y sus amigos.
–Sí, conocimos la noticia según se publicó. Uf, nos puso muy mal. Independientemente de que lo nuestro no se nos va de la mente ni un solo segundo del día, es imposible no pensar también en esa tragedia, en esos niños, en esas familias, ponerse en su lugar... Nosotros estamos metidos en ese pozo y sabemos lo que se siente. Es algo que, aunque empatices, nunca llegas a comprender del todo hasta que te sucede. La noticia nos revolvió las entrañas, sinceramente.
Las frases
«Roberto Media nos dijo que cuando él da su palabra, nunca miente. Le damos un voto de confianza»
«Había nieve en la carretera. No pasó ninguna máquina para quitarla desde las 20.00 horas»
«Es imposible no pensar en esos niños y en esas familias. La noticia nos revolvió las entrañas»
–¿Cree que se tiende a criminalizar a la víctimas en este tipo de accidentes?
–Lo primero que siempre busca la sociedad es la culpabilidad: juventud, inexperiencia, desconocimiento del terreno, etc. En nuestro caso, hemos tenido que oír de todo, y no sólo en redes. En la Consejería de Fomento del Gobierno de Cantabria insisten en que todo estaba bien, cuando sabes que la de Lunada es una carretera que no cumple la normativa en todo el tramo del puerto. Por eso, está denunciada ante la Fiscalía.
–¿Salieron contentos de la reunión con el consejero Roberto Media?
–Bueno (dudan). Fue tensa. En lugar de hablar o de trasladarnos la pena por lo ocurrido, se dedicó, él y el resto de personas presentes, que eran unas cuantas, a despejar balones. Los técnicos dicen esto, los técnicos dicen lo otro, es una carretera de montaña y está exenta de muchas obligaciones... Por eso, en un momento dado les interrumpimos para preguntar al consejero: 'Vamos a ver, tú como persona, ¿crees que esa carretera es segura? No como técnico, sino como persona'. Y claro, no nos contestó. Nosotros hicimos preguntas muy claritas y no recibimos respuestas tan claritas.
–¿Qué lectura hacen, entonces, del encuentro?
–Pues que lo que intentaron, bajo nuestro punto de vista, fue evitar su culpabilidad y quisieron responsabilizar a los demás.
–¿Obtuvieron algún compromiso de la visita?
–La Consejería se ha comprometido a que en julio tendrá redactado el proyecto de arreglo de la carretera, que luego pasará automáticamente a la Administración, que ya no dependerá de ella, que se licitará y que, como nos metemos en invierno y no se puede trabajar en esa época, no se retomará hasta la primera de 2026, dándose bien la cosa, claro.
–¿Tienen confianza?
–El consejero se comprometió de palabra, así que ahora vamos a solicitarle que lo haga por escrito. Nos dijo que cuando él da su palabra, nunca miente. Le daremos un voto de confianza. Pero imagina que, en este tiempo, hay otro accidente mortal como ha sucedido no tan lejos, en el puerto de Estacas de Trueba. ¿Qué sucedería entonces? Ya no sería un accidente, sería una negligencia que podría traerle consecuencias.
–¿Se han planteando acudir a la justicia?
–No, porque no queremos tampoco denunciar en los tribunales, lo que queremos es que la carretera se arregle de una maldita vez y se pongan guardarraíles en los puntos más peligrosos. Queremos que se haga lo que ya se tendría que haber hecho. Que tras el primer parón con el cambio de Gobierno, llevamos desde marzo con el anuncio realizado pero sin llevarse a cabo. Si la carretera hubiese estado lista y acabada, no estaríamos haciendo ahora esta entrevista.
–Ustedes insisten en que el puerto, por el temporal y la nieve de ese día, debería haber sido cerrado al tráfico.
–Es que nos dicen que la carretera estaba limpia de nieve, pero sabemos que no era así. Tenemos fotos y vídeos que lo demuestran. Detrás de los niños iba otro coche con más amigos. Por eso les pedimos los datos del registro del paso de las quitanieves de ese día.
–¿Qué les dijeron?
–Que la Consejería de Fomento controla de ocho de la mañana a ocho de la tarde, que a partir de las ocho de la tarde se encarga una empresa privada, pero no nos dijeron cuál. Que ellos tienen registro del GPS del paso de la suya, pero que de la privada no tenían. ¡Qué casualidad! Cosas de la vida, como le dijimos, hay otras cuatro personas, los amigos, que estuvieron allí desde la hora del accidente, sobre las diez de la noche, hasta la madrugada, y por allí no pasó ninguna quitanieves. De hecho, ellos no se salieron también de la carretera porque siguieron las huellas de un coche que circulaba delante y tomó bien la curva mortal.
–¿Tienen dudas?
–Sí, creemos que realmente no pasó ninguna quitanieves desde las ocho de la tarde. Es más, desde nuestro punto de vista, con un simple guardarraíl los niños no se habrían despeñado. Eso lo tenemos súper claro.
–¿De ahí, su lucha?
–Sí, pero no buscamos confrontar, no buscamos pelearnos con nadie. Ese no es nuestro objetivo. A nuestros niños no nos los van a devolver, es imposible, no vamos a verlos nunca más. Lo único que nos queda es luchar para que esta tragedia no se vuelva a producir. Esperamos que, al menos, sus muertes sirvan para salvar vidas. Si todo el mundo hiciese lo mismo cuando le sucede una desgracia, si se esforzarse por mejorar aquello que provocó el problema, este mundo sería mucho mejor.
–Es una buena filosofía, pero tiene que ser dura de aplicar para quien ha vivido algo así.
–A veces, no sabemos si lo que estamos viviendo es real o un sueño. Te caes, te levantas, te vuelves a caer... También piensas: 'Bueno, y cuando pongan los guardarraíles ¿qué?'. Ni Izan ni el resto van a volver. Es duro, pero consuela saber que así habrán ayudado a que nadie más pierda la vida.
–Entregaron casi 55.000 firmas avalando su petición. ¿Tienen la sensación de que no se encuentran solos?
–La gente ha respondido en masa, sin duda. Y les estamos muy agradecidos. Lo que buscamos es que nadie vuelva a sufrir ni nuestra tragedia ni nuestro dolor.
–¿Cómo se enteraron del accidente?
–Estábamos en casa con nuestros otros dos hijos y sonó el teléfono. En la pantalla aparecía el nombre de una de las niñas del grupo, así que no nos asustamos pese a que llevábamos horas sin localizarlos, esperando la llamada de que habían llegado bien. La voz era de un hombre, un guardia civil, que fue el que nos informó de lo sucedido.
–¿Cuando consigan su objetivo qué harán?
–No sé cómo será nuestra vida, la verdad. Lo único bueno, a lo que nos aferramos, es que tenemos otros dos hijos y tenemos la obligación, por ellos y por Izan, de seguir hacia adelante aunque ahora, realmente, las fuerzas nos flaqueen. Aunque consigamos el objetivo, seguiremos destrozados, pero, como dijo la madre de Afra, al menos la muerte de nuestros hijos no habrá sido en balde.
–Un último deseo.
–Que el año que viene, cuando regresemos a Cantabria y a Lunada para poner flores, haya guardarraíles.
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