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Fue la propia alcaldesa, Gema Igual, la que reconoció que la ciudad «no puede contener todos los aparcamientos necesarios por la cantidad de personas ... que vienen cada día a trabajar o estudiar desde la provincia». Lo dijo porque Santander «es una capital que soporta todos los edificios administrativos o las universidades de la región». Así se expresó el pasado noviembre, en plena polémica por la eliminación de cerca de cien plazas de aparcamiento como consecuencia de las obras del paseo marítimo entre Gamazo y la playa de Los Peligros, que comenzaron en enero.
Lejos de entender esta pérdida como algo negativo, Igual explicó que es «necesario» para ser una ciudad «más sostenible» que busca alternativas diferentes al coche para moverse. Una postura por parte del equipo de gobierno del PP que responde a una visión que parece que la estadística confirma: cada jornada laboral, Santander recibe en torno a 69.500 vehículos procedentes de las principales vías de acceso a la ciudad, según los datos del Índice Medio Diario (IMD) de 2022 facilitados por el Ministerio de Transportes. Esta cifra se obtiene tras aplicar un coeficiente corrector sobre el dato bruto de circulación diaria (173.651 vehículos), que contabiliza indistintamente entradas y salidas.
80.342 vehículos de media circulan a diario por una de las autovías de acceso, la S-10, la que más circulación so porta.
25.669 coches circulan diariamente por la N-623, una de las carreteras nacionales de acceso a la capital cántabra.
26.888 automóviles registra de media la S-20, que es la autovía que sirve de acceso desde el oeste hasta Santander.
21.107 turismos de media circulan cada día por la S-30, que es la autovía Ronda de la Bahía de Santander.
Según la información que aporta el Consistorio, las vías que soportan más circulación son la S-10, con una media de 80.342 coches al día; seguida por la S-20, con 26.888 automóviles diarios; la N-623, con 25.669; y la S-30, que registra 21.107 turismos. «Estas cifras evidencian la fuerte presión que soportan las entradas a la ciudad, especialmente en horas punta», añaden las mismas fuentes municipales.
¿Qué se hace con todos esos coches? Para saberlo, hace falta tener en cuenta otros dos aspectos. El primero, el de las plazas de la Ordenanza Limitadora del Aparcamiento (OLA), que según el último borrador que presentó el Ayuntamiento de Santander, se van a ampliar de las 7.100 que existen actualmente a las 8.700. Además, en verano subirán hasta las 13.400 plazas. Y otra cifra importante es la capacidad total de los quince parkings públicos de los que dispone la ciudad: suman más de 7.000 plazas de las que prácticamente 5.000 son de rotación. Y aunque los más céntricos se llenan a lo largo del día, el de Tetuán o La Marga suelen tener huecos. En todo caso, la cantidad de vehículos que entran diariamente a Santander es muy superior, lo que hace que la gente que se desplaza por trabajo, y los propios santanderinos, se busquen la vida para aparcar.
Dentro del primer grupo -los que llegan desde otros puntos de Cantabria- existen tres pautas diferentes. Por un lado, están los vecinos de otros municipios que entran en Santander con sus vehículos y van directamente a sus puestos de trabajo. Por ejemplo, al Parque Científico y Tecnológico de Cantabria (Pctcan) o a Raos. En su caso, tienen más facilidad de aparcamiento ya que pueden dejar el coche todo el día, sin necesidad de moverlo. También están los que trabajan en el centro de la ciudad y que, al no tener tarjeta de residente, aparcan en zonas como la avenida de Los Castros, General Dávila, El Alisal, Reina Victoria o el entorno de la Biblioteca Central de Cantabria. Y crece el uso del aparcamiento de El Sardinero -donde se iba a construir el parking disuasorio fallido-. Desde allí, utilizan el transporte público o se desplazan andando. También hay quien dispone de plaza de aparcamiento privada, aunque son los menos.
Una de las alternativas que plantean los expertos de la Universidad de Cantabria (UC) es la construcción de aparcamientos disuasorios en el origen de los viajes. Es decir, que los usuarios puedan dejar su vehículo junto a una estación de ferrocarril o de autobús, y desde allí, que utilicen el transporte público para llegar a sus puestos de trabajo. Que cojan alguna de las líneas del Transporte Urbano de Santander (TUS) en caso de que desde estos aparcamientos no puedan acabar su trayecto a pie. Para ello, ven necesario abordar y planificar medidas en materia de movilidad entre los diferentes municipios afectados por esta situación Y es que el problema de la presión que soportan las entradas a Santander no «debería ser solo» una cuestión que afecte a la capital cántabra.
Por último, están los que utilizan el transporte público y llegan hasta las estaciones. De hecho, el Transporte Urbano de Santander (TUS) registra un índice muy alto de transbordo en las paradas de esta zona. El problema que se encuentran es la deficitaria red de Cercanías de Cantabria -para los que vienen en tren-, con averías y retrasos prácticamente a diario. Esto hace que la opción del coche siga siendo la primera, por el miedo a no llegar puntual.
La otra realidad es la de los santanderinos que residen en zonas en las que también aparcan los que solo acuden a trabajar. Y en consecuencia, los residentes quieren que haya OLA y así facilitar la rotación de vehículos. Es el caso de los vecinos del Grupo Velarde, muy próximo al Hospital Valdecilla. «La realidad urbana de Santander, con una alta densidad edificatoria y un parque móvil significativo, convierte este aspecto en un factor de tensión permanente en determinadas zonas y horarios», detallan desde el Consistorio.
La línea estratégica que sigue -y seguirá- el equipo de gobierno del PP respecto a la movilidad ya la adelantó hace seis meses la alcaldesa. A pesar de que en el Ayuntamiento consideran «difícil» establecer con precisión cuál es el volumen máximo de vehículos que puede asumir la ciudad en un momento dado, ya que depende de múltiples factores -rotación, ocupación real, el uso de plazas privadas o los desplazamientos internos-, vienen adoptando una serie de medidas para «fomentar la movilidad sostenible y reducir la dependencia del vehículo privado».
En el resumen de su política de movilidad empiezan por su apuesta «decidida por la movilidad peatonal mediante la creación de 18 itinerarios mecánicos urbanos». Estos permiten salvar desniveles y «conectan barrios con el centro de forma cómoda para los peatones». «En breve se inaugurará el decimonoveno -el de Valdecilla-, continuando así con una estrategia que ha convertido a la ciudad en referente nacional en accesibilidad urbana», añaden.
A estas actuaciones suman las peatonalizaciones y semipeatonalizaciones en calles del centro y en barrios, «pensadas para favorecer los desplazamientos a pie y revitalizar la actividad comercial». Además, recuerdan el impulso al uso de bicicletas eléctricas, integradas en el sistema de movilidad urbana. «El conjunto de estas medidas se enmarca dentro de la estrategia municipal de movilidad sostenible, que busca reducir la huella ambiental del tráfico rodado, mejorar la calidad del aire y hacer de Santander una ciudad más habitable, accesible y preparada para la movilidad del siglo XXI».
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