

Secciones
Servicios
Destacamos
La llegada de Robert Prevost al Sillón de San Pedro no ha sido un camino de rosas. El nuevo Papa León XIV tuvo que superar ... una campaña alentada por los sectores más inmovilistas del clero, muchos de ellos situados fuera de la Iglesia, que buscaba desacreditarlo. Bajo la acusación de haber mirado para otro lado en uno de los mayores casos de abusos de la comunidad católica de Perú -el 'caso Sodalicio'- estos grupos de ultraderecha intentaron dañar la imagen de un cardenal que se consideraba próximo a Francisco. El propio Vaticano, muy sensible ante este tipo de acusaciones bajo el mandato del Papa recientemente fallecido, investigó las acusaciones y no solo demostró que eran falsas sino que encontró evidencias del complot puesto en marcha por sus adversarios.
Para entender la atmósfera en la que se lanzaron estas acusaciones hay que conocer la historia del Sodalicio de la Vida Cristina, una comunidad de la Iglesia católica formada por fieles laicos y clérigos creada en 1971 por el lego Luis Fernando Figari, vinculado a movimientos ultraderechistas del país andino. Este colectivo, surgido en plena dictadura peruana, se expandió entre los jóvenes y tuvo un rápido crecimiento en otros países de la zona como Brasil. En 2010 comenzaron a salir a la luz denuncias contra algunos de sus dirigentes por abusos sexuales, maltrato psicológico y otros delitos. Por ejemplo, uno de los acusados fue José Antonio Eguren, obispo de Lima, que presuntamente había participado en una compra ilegal de tierras de la mano del Sodalicio. Fue una maniobra oscura en la que un agricultor llegó a ser asesinado y se hostigó a varios campesinos. El Papa Franciso ordenó la disolución de este movimiento en enero de este año y operó sin restricciones contra los pederastas, una lucha que ha sido uno de los símbolos de su mandato.
El actual Papa se encontraba en Perú en los años de auge y caída del Sodalicio de la Vida Cristiana. Aunque algunos sectores han señalado que miró para otro lado ante los escándalos que rodearon a este grupo, en el Vaticano se sostiene que fue precisamente Rober Prevost quien actuó para poder expulsar al obispo José Antonio Eguren. «Fue el actual Papa quien hizo posible que se pudieran tomar medidas contra Eguren», aseguran fuentes bien informadas en el seno del Vaticano.
Los movimientos ultra eligieron a Prevost como uno de sus enemigos y para denigrarle dieron voz a todos sus rivales. Además, alentaron el discurso que no había sido lo suficientemente contundente contra los pederastas. Detrás de estos discursos flotaba también una disputa ideológica importante, ya que Prevost estaba más cerca de los sectores aperturistas de Francisco que del tradicionalismo que representaban las corrientes que estaban montando campañas contra él. Pero el Vaticano había movido pieza para aclarar todas estas circunstancias. El Papa Francisco llegó a enviar a Perú al arzobispo de Malta, Charles Scicluna, y al sacerdote español Jordi Bertomeu, los dos expertos a los que confío la investigación de los casos más graves de pederastia que han salpicado la iglesia. Su trabajo, en ese sentido, era también una garantía de que todas las implicaciones del 'caso Sodalicio' estaban bajo la lupa y que la propia figura de Prevost había sido examinada y exculpada.
Las fuentes conocedoras de los años peruanos de León XIV y de su actuación como responsable del Dicasterio para los Obispos, ya en Roma, han elogiado los movimientos que este religioso llevó a cabo en Perú. «Supo ser prudente y comportarse con firmeza en una situación tremendamente compleja. Con sus grandes capacidades diplomáticas fue capaz de hablar con todos los sectores que convivían en la Iglesia peruana, desde los más conservadores Cipriani (el primer purpurado del Opus) al cardenal Castillo, más próximo a Francisco», aseguran.
En aquellos años, en Perú se acuñó el término de «El Surfista» como apodo de Prevost. No se utilizaba de forma peyorativa, como una referencia a alguien que se pone de perfil para no verse atrapado por los problemas. «Todo lo contrario, era un hombre que sabía cabalgar la ola cuando tocaba, sin miedo, pero también sin que le mojase el agua. Es decir, no se veía atrapado por las maquinaciones».
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.