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José Antonio Sau
Miércoles, 7 de mayo 2025, 09:41
Carlos de la Cruz Cosme, jefe del Servicio de Neurología del Hospital Clínico Universitario Virgen de la Victoria de Málaga, repasa en esta entrevista los ... principales retos de su especialidad y los grandes avances terapéuticos y diagnósticos que se han producido en los últimos años frente a enfermedades con tacto impacto social como el alzhéimer o la ELA, tan molestas como las cefaleas, así como también aborda la actual proliferación de ictus que se ha dado entre los jóvenes.
–Un problema que está muy en boga es el del ictus, que cada vez afecta a gente más joven...
–Aquí sí que se están viendo más ictus en personas jóvenes. En España se calcula que acontecen unos 120.000 ictus al año, y eso va engrosando la lista de personas que tienen un ictus como antecedente y, gracias a Dios, la terapéutica ha cambiado y la discapacidad está disminuyendo, sobre todo porque el ictus isquémico, el que se produce por la oclusión o la obstrucción de una arteria que llega a la parte del cerebro, tiene tratamientos farmacológicos y mecánicos a día de hoy para que se resuelva esa obstrucción en los primeros minutos o horas de suceder y el paciente salga del hospital sin secuelas o con mínimas secuelas. Eso cambia las cosas. Pero todavía es una cosa muy prevalente.
–Impactan mucho los hábitos de vida...
–Los hábitos de vida impactan mucho, la sociedad tiene mucho estrés. Hay estudios que demuestran científicamente que un estrés prolongado y un estrés agudo incrementan el riesgo de padecer un ictus y eso, junto con el consumo de tóxicos, con tóxicos me refiero sobre todo a temas de anfetamina, cannabis, cocaína, algo que vemos con frecuencia en pacientes con 30 o 40 años que ingresan con ictus a nuestro hospital, hace que en los últimos años la prevalencia en la gente joven esté aumentando, lo que no pasa en otras enfermedades. Ahora es más frecuente ver gente con una edad temprana que tiene un ictus por este tipo de cosas o por el estrés excesivo, etcétera, que antaño. Y ahí solamente es un tema de dieta y de cuidados personales: una vida sana, no hábitos tóxicos, actividad deportiva, contención o limitar la exposición al estrés básicamente. Esa parte es la complicada porque depende ya del individuo, no de que el hospital tenga un tratamiento.
–¿Podemos afirmar entonces que el estrés está causando ictus en gente joven?
–Eso es indudable y hay estudios científicos bien estructurados que demuestran que es más frecuente o más probable tener un ictus si llevas una vida de estrés elevado, importante y persistente que si no la tienes, está demostrado.
–Hay una enfermedad que merma mucho la calidad de vida de la población que la sufre: las cefaleas...
–La migraña es muy frecuente, sobre todo en población joven, y supone muchos días de trabajo perdidos y mucha calidad de vida perdida. Hasta hace poco tenemos una serie de fármacos convencionales que siguen saliendo y que son eficaces, sobre todo para abortar las crisis agudas de migraña. También tenemos fármacos preventivos que seguimos utilizando y que en general habían salido con otra indicación diferente. Se vio que personas que tomaban ese fármaco y tenían migraña, mejoraban. Entonces ya se empezaron a aplicar en la migraña diferentes tipos de fármacos: para la tensión arterial, para la epilepsia, para la depresión. No porque el paciente tenga esas enfermedades, sino porque tienen un efecto independiente de la migraña. Esto es lo clásico, y lo seguimos usando con eficacia. Pero había un porcentaje de pacientes que no respondían a ese tipo de medicamento y tenían una mala calidad de vida.
–Han salido nuevos fármacos contra la migraña...
–Han salido nuevos dos tipos de fármacos: unos son anticuerpos monoclonales, fármacos inyectados que se ponen periódicamente y eso rescata a muchos pacientes con migraña crónica, convirtiéndolos en pacientes sin una migraña aparente. Y luego están los gepantes, otro grupo reciente de aparición de fármacos que sirven para migraña, tanto aguda como crónica, que son por vía oral, y también han rescatado a otros pacientes.
–¿Llegará algún momento en que la ELA no sea una sentencia de muerte?
No puedo decir que en este caso estemos cerca de dar buenas noticias respecto al control de la enfermedad. Hemos avanzado asistencialmente, sobre todo en la creación, como ocurre en nuestro hospital, de unidades de ELA multidisciplinares en las que se intenta dar al paciente todos los recursos disponibles en un espacio y en un tiempo concretos para facilitar la asistencia y mejorar su calidad de vida, prolongar la vida con medios artificiales, con soporte nutricional artificial, incluso con soporte respiratorio mecánico, ventilación mecánica portátil. Hay algunos ensayos clínicos sobre ELA. Existe algún fármaco ya comercializado para tipos concretos con base genética de ELA, pero incluso en esos fármacos que están aprobados ya, la eficacia es muy limitada. En la ELA estamos lejos, pero hay grupos trabajando en ello y seguro que en los próximos cinco o diez años haya alguna cosa que cambie el pronóstico.
–¿Hay algún avance importante contra el alzhéimer que se haya dado en los últimos años?
–Bueno, es una enfermedad con una prevalencia altísima, no solamente en Málaga, en nuestro entorno. En España ahora mismo hay unos 800.000 pacientes con diagnóstico de alzhéimer. Hay muchos pacientes que no tienen diagnóstico, pueden estar en riesgo de tenerlo. Esta enfermedad es de las que más ha evolucionado en diagnóstico y va a evolucionar en terapéutica en estos años próximos. En cuanto a los avances, estamos en un punto relativamente dulce porque han sido probados ya en Europa, han sido probados en Estados Unidos y esperamos tenerlos aquí a finales de este año o a comienzos del que viene dos fármacos. El primero será un fármaco en concreto, el Lecanemab, que ya incide directamente en la patololgía molecular de la enfermedad, lo cual no pasaba hasta ahora, y es capaz de modificar la historia del paciente. Una historia en la que el paciente entre cinco y siete años pasaba todas las fases hasta la completa dependencia y la muerte. Ahora, vamos a poder prolongarla durante varios años, tres o cinco años más con buena calidad de vida.
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