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La semana pasada tuve la suerte de formar parte del jurado de la final de la Feria de la Anchoa de Santoña. Un lujo y ... un placer, la verdad, no todos los días te invitan a valorar uno de los productos más emblemáticos de nuestra tierra, y además rodeado de buena gente y mejores bocados.
Seis finalistas, seis conserveras que, como cada año, lo pusieron muy difícil, con un nivel altísimo. Cada anchoa que probábamos estaba afinada al milímetro, texturas impecables, puntos de sal justos, limpiezas perfectas, sabores profundos, y eso que a veces uno cree que ya lo ha probado todo, pero no, siempre hay matices, detalles, sorpresas. Es lo que tiene un producto tan vivo como las anchoas.
En Santoña no se hacen anchoas, se crean, detrás de cada filete hay historia, hay saber hacer, hay muchas manos expertas que trabajan con una delicadeza que asombra. Las manos de mujeres que llevan toda la vida curando, limpiando, envasando, las de quienes entienden que no se trata solo de conservar pescado, sino de mantener viva una tradición.
La anchoa en aceite, bien hecha, no necesita adornos, ni acompañamientos, puede formar parte de grandes recetas, sí, pero ya en una tostada con mantequilla, en una ensalada o sobre una patata cocida, es capaz de sacar una sonrisa y hacer disfrutar a cualquiera, y lo digo por experiencia propia. Me ha pasado y me pasa. Por eso emociona también ver cómo año tras año esta feria sigue reivindicando lo nuestro, lo de siempre, lo que hacemos bien.
La conclusión que saqué de la experiencia fue una sensación de orgullo, orgullo de ver cómo se mima un producto local, cómo se reconoce su valor, cómo se defiende la excelencia, así que no es casualidad que medio mundo venga buscando nuestras anchoas.
Han sido cuatro días de los que hacen afición, mucha gente, buen rollo y anchoas por doquier. La Feria de la Anchoa ha celebrado su 25 cumpleaños por todo lo alto, y no es para menos. Cifras oficiales dicen que pasaron por allí más de 20.000 personas y no me extraña. Es una de esas fiestas que, si vas una vez, repites. Este año, además, la feria se estrenaba con el título de Fiesta de Interés Turístico Regional, que viene a ser como ponerle medalla oficial a algo que ya sabíamos todos, que es una cita de bandera.
Así que si me permitís un consejo, esta semana dadle un homenaje a la anchoa. Buscad una buena lata de esas que parecen joyas, abridla con calma, servidla con pan y lo que os apetezca, pero sobre todo, saboreadla disfrutadla con detenimiento.
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