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En el mes de marzo, el consejero de Fomento del Gobierno de Cantabria, Roberto Media, denunció durante su participación en la cuarta Conferencia de las ... Cámaras del Arco Atlántico «el aislamiento de Cantabria» por la escasez de comunicaciones. De comunicaciones buenas y de comunicaciones, sin más. En ese foro pidió un tren a Bilbao –pero uno de altas prestaciones, no como el que circula en la actualidad, que las tiene tan bajas que las va arrastrando por la vía– y en otro posterior, la presentación de un libro el pasado abril, imploró no ignorar la necesidad de mejorar las conexiones que ya existen por carretera y por ferrocarril con la Meseta y el País Vasco, algunas sumergidas en obras que, si bien resultan imprescindibles para lograr ese objetivo, más que facilitar el tránsito parece que lo van a dificultar justo en el peor momento posible: cuando el verano y sus veraneantes, que son decenas de miles, están tocando a la puerta.
Ahorrando en explicaciones, Renfe anunció recientemente «obras de mejora en la infraestructura» que van a afectar a los usuarios de la línea de tren que conecta Santander con Madrid en mayo y junio.
La finalización de unos trabajos de mejora de las instalaciones de señalización y comunicaciones abocará a la compañía a suprimir en momentos puntuales el servicio que presta entre las estaciones de Bárcena y Palencia, trayecto que los viajeros deberán efectuar en autobuses. Los cortes en la vía se producirán durante los fines de semana del 16 de mayo al 16 de junio y, de una forma ya ininterrumpida, entre los días 12 y 16 de junio, fechas en las que los usuarios del ferrocarril, y más concretamente de la línea Santander-Madrid, tendrán que efectuar transbordos del tren al autocar y viceversa según su destino.
Este segundo corte continuado, que será el que más incidencias pudiera llegar a acumular, afectará a los trenes Alvia, Regionales y Cercanías, a cuyos viajeros Renfe va a ofrecer un servicio alternativo, viajar en autocar, del que la compañía informará puntualmente.
La vuelta a los transbordos, una molesta solución para el viajero que ya se tuvo que aplicar el verano pasado como consecuencia de las obras del AVE y de la duplicación de la vía férrea entre Santander y Torrelavega, va a coincidir con el final de unas obras que Adif efectúa entre las estaciones de Valladolid y Palencia, trabajos que llevan ya meses, desde septiembre del año pasado, alargando en casi 20 minutos el tiempo total del viaje entre Santander y Madrid.
Obras de mejora, igualmente, van a afectar también al servicio en la línea Santander-Liérganes, que sufrirá cortes nocturnos en los meses de mayo y agosto y un cierre total entre los días 13 y 15 de septiembre sin que Renfe haya precisado aún cuál será el operativo alternativo.
Con un tren a Bilbao más propio del Medievo que del siglo XXI, uno a Madrid ralentizado por las obras, cuando no por las averías, y una red de Cercanías descosida por las quejas y reclamaciones de sus usuarios, hastiados, Cantabria se apresta a cruzar el umbral del estío sin ningún aval que le permita garantizar un servicio ferroviario en las condiciones más óptimas.
No está mucho mejor la carretera. No al menos la que lleva a Madrid desde el mismo Santander. Las obras que se están efectuando en el nudo de Torrelavega, los trabajos que se están ejecutando en los túneles a Reinosa y la paralización de las actuaciones en la autovía Aguilar-Burgos no están haciendo lo que se dice cómodo y placentero el viaje entre la capital de Cantabria y la capital del reino.
Iniciados allá por el año 2018, los trabajos que deberían deshacer el llamado nudo de Torrelavega –la conflictiva confluencia de las autovías A-67 y A-8 a la altura de la capital del Besaya– avanzan con la idea de concluir a lo largo de este mismo verano. Que esta costosa actuación ha entrado ya por fin en su recta final es un hecho que cada día constatan los miles de conductores que la transitan y pueden verlo. Que esa recta final se va a alargar hasta el mes de septiembre, cuando el Ministerio de Transportes y las empresas contratadas para llevar a cabo el trabajo creen que se entregará la obra, es otro que hace sospechar que el paso rodado por ese punto todavía no se va a producir limpiamente sino, al contrario, salvando los lógicos inconvenientes que causa una actuación de estas características.
No es el nudo de Torrelavega el único punto de paso incómodo para los conductores que frecuentan la Autovía de la Meseta, donde el Ministerio de Transportes está efectuando una serie de trabajos de mejora de seguridad en sus infraestructuras subterráneas siguiendo una instrucción que dio Bruselas en el año 2004. La fecha es correcta.
A finales del mes de marzo, esos trabajos se acometían en los túneles de Riocorvo, Gedo, Pedredo, Somaconcha y Lantueno, todos en el tramo de carretera que va de Torrelavega a Reinosa. Las obras que se han efectuado allí adentro han provocado cortes de uno o más carriles e, incluso, el cierre temporal de los túneles en cuestión en su totalidad, una medida, esta última, que se ha hecho acompañar por el desvío del tráfico de vehículos hacia vías alternativas.
Transportes calcula que esta actuación estará terminada a finales de este año, cuando concluirá una obra que debe servir para mejorar la seguridad en el interior de los 16 túneles que existen en las dos autovías de la región, la A-67 y la A-8, y en dos carreteras nacionales, que son la N-611 y la N-629.
Lo que no calcula es el tiempo que va a tardar en terminar la autovía Aguilar de Campoo-Burgos, la A-73, una carretera de enorme relevancia para aquellos cántabros que van y vienen de Madrid en coche y que, a día de hoy, está absolutamente atascada por el nulo avance de las obras y la escasa, por no decir ninguna, implicación del Gobierno central en una actuación que, acabada, llegaría a ahorrar a los conductores 33 kilómetros y 20 minutos de viaje.
A la puerta del estío está llamando también la carretera que cruza de punta a cabo el Desfiladero de La Hermida, en Liébana, una vía que Transportes está ensanchando para mejorar sus prestaciones y, de paso, aumentar la seguridad de los conductores a su paso por esta comarca. Lo hace con una intervención que concluirá a mediados de 2026, si no media ningún imprevisto, después de 46 meses de trabajos que, si bien se están efectuando procurando causar las mínimas molestias posibles a sus usuarios, no evitan que por momentos se produzcan pequeñas retenciones en la zona cada día que resultan mayores en épocas de mucho tránsito por la carretera. Y el verano lo es.
Las obras de mejora que se realizan en sus infraestructuras van a comprometer durante estas próximas semanas la normal circulación tanto por ferrocarril como por carretera entre Santander y Madrid, trayecto que ofrece una alternativa por aire que no alcanza para satisfacer la demanda. Si bien la conexión con la capital de España mejora su oferta de plazas totales disponibles respecto al verano pasado, el aumento es casi testimonial, de manera que es posible que un ciudadano que quiera desplazarse entre ambas comunidades autónomas en avión para ahorrarse un problema por hacerlo en tren o en coche al final no consiga ni un billete ni, por lo tanto, su objetivo. De ahí que el Gobierno de Cantabria, que es consciente de ello, haya marcado entre sus prioridades mejorar la ruta con Madrid con la puesta en servicio de aviones más grandes que los que operan ahora para que la oferta de billetes pueda ganar en amplitud.
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