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Leila Bensghaiyar
Santander
Sábado, 10 de mayo 2025, 16:41
Han cruzado media Europa. Se han recorrido 2.500 kilómetros, los que separan Suecia de Santander solo para ver el Racing-Oviedo. Y además si ... entrada, porque las taquillas de los Campos de Sport agotaron todo el papel ya la semana pasada. Pero eso cambió ayer. Esperaban un milagro y el milagro ocurrió. José Raimundo López, su hijo Nicolás y sus dos amigos Hampus y Affe finalmente no tendrán que recurrir a la televisión de un bar y podrán disfrutar del encuentro desde dentro de El Sardinero.Y todo gracias a la solidaridad racinguista de varios lectores que siguieron su historia a través de las páginas de El Diario Montañés y decidieron aportar su granito de arena en forma de entradas y carnés de socio. Esther Trugeda, Ignacio Herrero y José Antonio Bonilla no lo dudaron ni un instante. Dos localidades de sobra y varios carnés que no se iban a utilizar este fin de semana. Podían ayudar e iban a hacerlo. Porque un racinguista no deja a nadie solo. «Todavía existe gente buena, maja, que siente empatía por nosotros al hacer un viaje desde Suecia hasta aquí para ver al equipo que seguimos y nos ofrece estas entradas o carnés. Significa mucho para nosotros», contaba José.
El grupo llegó a Cantabria a eso de las 10.30 horas de la mañana del sábado después de una ruta endiabladamente larga por carretera. Zarparon del puerto de Gotemburgo, en Suecia el jueves por la noche, para atracar en Fredrikshavn (Dinamarca) el viernes temprano y después enfilar Alemania, Bélgica, Francia y por último Santander. «Lo hemos disfrutado totalmente. Hemos cantado, nos hemos reído…. Pero conducir por la noche ha sido lo peor, porque hace falta mucha energía», confesaba José. Ya en el hotel se dieron cuenta de que su historia había calado. Lo primero que les dijo el recepcionista fue: «Yo os conozco, sois los de las fotos», refiriéndose a la serie de reportajes que publicó El Diario, mientras les mostraba una imagen de ellos cuatro junto al cartel que señaliza la entrada a Francia. Aún era pronto para hacer el check-in, pero no hubo problema. Les dejaron acceder a las habitaciones antes de la hora para que pudieran ducharse y descansar un poco. Apenas dos horas, porque a las 12.30 horas el grupo iba a La Albericia, a conocer a los aficionados que ofrecieron sus entradas para que ellos pudieran ver el partido. «Estamos muy alegres de haber llegado, con las dificultades que hemos tenido, y de conocer a otros racinguistas que demuestran su buena voluntad al ofrecer sus carnés» decía José, mientras Nicolás, Hampus y Affe, asentían con la cabeza y escrutaban la fachada exterior de las Instalaciones Nando Yosu con ojos curiosos.
Allí les esperaban Esther y Amy, que es la mujer de Ignacio Herrero. Nacho, que es como le llaman su amigos, no pudo acudir a la cita porque se encuentra trabajando en Inglaterra. «Mi marido se ha sentido muy identificado con ellos y hemos ayudo con lo que podemos», explicaba Amy, que acudió a cita su hijo pequeño, completamente uniformado con la equipación del Racing. «El racinguismo hay que cuidarlo por todo el mundo. ¡No puede ser que venga alguien desde Gotemburgo a un partido y se quede sin entrar al campo!», decía Nacho desde la distancia. Y es que este aficionado sabe muy bien los que es vivir la pasión verdiblanca desde muchos kilómetros. Ha vivido diecinueve años fuera de España y guarda en la maleta muchos viajes locos por el Racing. «Sé lo que se siente. Vivía en Newcastle cuando el equipo llegó a semifinal de Copa con el Getafe, me vine solamente para ese partido y lo acabé viendo en el Cormorán con amigos ya que no pude conseguir entrada», recuerda. Y no es la única vez que se lió la manta a la cabeza. «Vine también desde Singapur al ascenso a Baleares sin entrada. Así que, si puedo ayudar a que esta gente tenga un buen día el domingo para culminar su aventura ¡Pues ahí va mi granito de arena en forma de carné!», proclamaba.
Esther estaba trabajando y de repente le sonó el móvil. Era su abuela. «Recibí un mensaje de mi abuela: 'Oye, mira lo que sale en El Diario Montañés, que hay unos chicos que vienen de Suecia'. Al rato me llegó otro de mi madre diciéndome lo mismo», cuenta. Y es que precisamente esta santanderina de 24 años había participado en un sorteo de El Diario y le habían tocado dos localidades para el Racing-Oviedo. «Yo ya tenía entradas para venir al campo con dos amigas más y realmente las que me habían tocado tampoco podía hacer mucho, así que decidí dárselas», explica. Pero la historia tiene mucha más miga. Para Esther esto es parte de una cadena de favores. Hace poco una persona relevante le regaló dos entradas a ella, y ahora ella quiere engarzar un eslabón más a esa cadena solidaria. «Si se les puede cumplir el sueño de que vengan a ver un partido, y además uno tan importante, considero que esto también es fútbol. Estamos para poder ayudar», señala. Esa persona relevante que inició la cadena con esta racinguista es el cómico Juan Dávila, que visitó Santander recientemente. «Hace unos meses escribí a Juan Dávila y le pedí que quería subir a mi padre al escenario. Me regaló dos entradas VIP en el escenario con él y me mandó ver la película de la cadena de favores. Si a ti te ayudan, luego tienes que ayudar al resto. Creo que era el momento de responder, que me tocaba a mí», comenta humilde.
José Antonio Bonilla se topó con esta historia mientras leía café y pasaba las páginas de El Diario. Más que una lectura fue un pellizco, y a veces eso basta para cambiar el curso de las cosas. Un viaje como ese se merecía sentir el partido, no solo verlo por la tele. «He seguido con interés la noticia. Ese viaje tan, tan largo denota esa pasión por los colores racinguistas. Y ante un súbito viaje de dos familiares que no pueden estar en el partido, se me ocurrió poner a disposición estos carnés para que pudieran acceder a ver a su amado Racing», cuenta este psicólogo, que también estará en la grada de El Sardinero «gustoso de poder ayudar y celebrar todos la victoria del Racing».
En La Albericia José, Nicolás, Hampus y Affe, que llevan planeando este viaje desde que se conoció el calendario de Segunda División, allá por septiembre, pudieron alcanzar otro sueño. Conocer a José Alberto, a algunos jugadores e incluso a Manolo Higuera, el presidente del club, y a Sebastián Ceria, el máximo accionista. Frente a una fotografía de Nando Yosu, José le detallaba al entrenador asturiano los pormenores de su viaje y el míster le contaba su conexión con Suecia. O lo que es lo mismo, los nueve años que estuvo trabajando en Ikea. También Karrikaburu charló con el grupo y no pudo evitar el gesto de sorpresa cuando se enteró de la kilometrada que los cuatro cargaban a la espalda. «A ver si os podemos brindar una victoria», prometía el navarro. Toda ua Odisea verdiblanca. Y además con final feliz. Porque si Ulises quería regresar a Itaca junto a su mujer, Penélope, José quería volver a Santander para estar junto a su Racing.
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