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A la espera de que la empresa Variscan Mines consiga todos los permisos ambientales y urbanísticos para crear la infraestructura necesaria para reabrir la mina ... San José, un complejo en el que en diferentes momentos de la historia se ha extraído zinc y en el que ha detectado al menos medio millón de toneladas de reservas de alta calidad, esta misma compañía australiana continúa ampliando el número de permisos que tiene en la comarca occidental de Cantabria. Después de que el Ejecutivo autonómico le otorgara recientemente los permisos Ana Isabel e Hipólita, Variscan cuenta ya con 111 kilómetros cuadrados de concesiones en Alfoz de Lloredo, Cabezón de la Sal, Comillas, Reocín, Ruiloba, Santillana del Mar y Udías.
Sobre esta superficie hay dos tipos de suelos: de un lado está la antigua mina San José, con bocas en Udías y Novales, donde estos permisos son ya de explotación para comenzar las extracciones en el horizonte de 2027, y de otra el resto de las licencias, que no son de explotación, sino de investigación. Es decir, que la empresa tiene únicamente permisos para comprobar si la calidad y concentración del mineral son suficientes como para plantear una futura actividad industrial.
De hecho, los expertos de Variscan se encuentran haciendo en estos momentos prospecciones en terrenos del municipio de Cabezón de la Sal. En el mejor de los casos, si los resultados son positivos, necesitaría llevar a cabo nuevos trámites ante el Gobierno de Cantabria. De ahí que el director ejecutivo Stewart Dickson destaque que el proyecto Novales-Udías presente una oportunidad de producción de zinc –y en menor medida también de plomo– «a corto plazo», pero también «un gran potencial de exploración». Si todo sale como planea la compañía, los beneficios que daría la mina San José servirían para acometer «un crecimiento gradual de la producción y la actividad» en el resto de zonas.
Respecto a San José, lo que hizo la compañía fue comprar la explotación a su anterior propietario, que cesó su actividad hace décadas. A partir de ahí, desarrolló nuevos estudios para comprobar la viabilidad técnica y económica para su recuperación. Los resultados fueron mucho mejores de los esperados. En el escenario más conservador, la mina alberga medio millón de toneladas de mineral con una concentración y calidad similar a la que existían en la antigua mina de Reocín, ya que las características geológicas del suelo son muy parecidas.
Esas cifran permitirían explotar la mina durante diez años con una extracción media de 50.000 toneladas al año. Eso en el escenario menos optimista porque la compañía, a tenor de los sondeos y pruebas realizadas –aquí no son catas en el terreno como las de investigación, sino dentro de la mina subterránea–, estima que la cantidad de mineral estará más cerca de los 3,4 millones de toneladas. Las cifras son muy importantes, pero también mucho más realistas que las del proyecto fallido de la mina del Besaya. En San José, Variscan contempla la creación de 25 puestos de trabajo. «Esto no va a ser un nuevo Reocín –allí se extrajeron 62 millones de toneladas hasta su cierre– ni va a cambiar la economía de Cantabria, pero va a ser un buen negocio», explicaba el mes pasado a El Diario Montañés su representante legal en España.
¿Qué dicen exactamente los análisis? La empresa habla de resultados «excepcionales». No solo ha aparecido en una de las catas la mayor concentración de zinc (17,4%) y plomo (4,4%) que esta compañía haya localizado nunca, sino que otras cuatro catas se encuentran entre las 20 con índices más elevados de su historia. No solo hay cantidades y concentraciones suficientes para que la explotación sea rentable, sino que se encuentran en lugares relativamente accesibles, a solo 15 metros de profundidad.
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