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Los participantes en la prueba de bicicleta de montaña, por la zona de Ozcaba. Javier Rosendo

Los guerreros del Soplao

El cántabro Roberto Fernández se impuso en la prueba larga de bicicleta de montaña en una edición que contó con casi 4.000 participantes

Marco G. Vidart

Cabezón de la Sal

Sábado, 17 de mayo 2025

Roberto Fernández, 'Tini' Zaballa, Florica Pop, Antonio Mirones.... Esos nombres están en lo alto de algunas clasificaciones de Los 10.000 del Soplao. Pero en una prueba como esta, casi no se puede hablar de ganador en su sentido más estricto. Sería más adecuado decir que fueron los primeros. Los que abren un reguero de historias igual de válidas que la suya. Los 10.000 del Soplao han vuelto a poblar de deportistas los montes de un corazón cántabro verde a más no poder y en un día en el que, por fin, el cielo regaló un día de postal con el que mitigar el sufrimiento del 'Infierno cántabro'.

No eran las siete de la mañana cuando ya los participantes, poco a poco, llegaban a la zona de salida y meta. Los más rezagados, en busca aún de su dorsal. Otros, como si fuese parte de un ritual, ya en la Avenida de Cantabria con esas 'burras' de piñones que parecen algunos platos para albergar una buena comida. De Ciudad Rodrigo, en Salamanca, venían Fernando y Emilio Galán. Fernando era debutante, mientras que Emilio iba a por su quinta participación. «Ya había hecho la de carretera, pero esta es la primera vez», señalaba Fernando. «Le he dicho que se agarre», sonreía divertido Emilio. Los dos hermanos no tenían otra intención que terminar «juntos».

Concentrado aguardaba sobre su bicicleta el segoviano Diego Sanz. «Ya estuve en el Soplao el año pasado. Con ganas de repetir». Aunque a esas siete de la mañana hacía fresco, ni eso podía disimular las sonrisas al mirar al cielo. «Hace bueno. El año pasado fue horrible, con tanta lluvia». Aunque en ese 2024 hizo «ocho o nueve horas», no tenía otra intención que «acabar. Solo se viene a eso. A ganar vienen cuatro».

«Venimos desde 2009. Ya somos expertos», señalaban Mara García y Vicente Costa, que desde Valencia peregrinan al 'Infierno cántabro'. También tenían como prioridad «terminar» y agradecían un día tan bueno, lo que implicaría «menos sufrimiento», decía Mara divertida. A Vicente se le torcía un poco la cara. Apenas medio segundo. «Y con lo que hemos pasado allí, de agua y barro». La dana sigue clavada en los corazones de los valencianos. Y seguro que lo estará siempre. Aunque en el Soplao no se librarían del barro, el cántabro no está recubierto de esa amargura. La carrera les serviría para pasar un buen día.

También en pareja venían sobre sus bicis Cristian Ceballos y Tamara Echegaray. Son de Portugalete. El sol lo agradecían en grado sumo. «Es que da vidilla, un mejor ambiente», apuntaba Cristian. «Vienes con otro ánimo», afirmaba Tamara, que ha cambiado la prueba de andar por la –corta– de bici de montaña para coincidir en ella con Cristian. «Poco a poco. A terminar. Sin prisa. Con este día, a disfrutarlo». En Semana Santa, ya estuvieron por el recorrido para conocer el temido Negreo.

Los minutos pasaban y toda la zona se iba poblando de gente. Los participantes cogían posiciones en sus distintas zonas de salida. Ángel Bustara y Manuel García tomaban parte en la ruta adaptada. El primero, lleva «16 años participando en El Soplao». Y Manuel competía sobre 29 kilómetros y quería atreverse «con 40 o 50 el año que viene. Soy el campeón de mi casa», afirmaba entre risas.

La salida

A diez minutos de las ocho, ya había caras de nervios. Y cuando empezó a sonar el himno... El 'Thunderstruck' de AC/DC, en honor al día cuasi apocalíptico de la primera edición, pone los pelos como escarpias en la Avenida de Cantabria. Traca de petardos, cuenta atrás y... De nuevo uno de los instantes más mágicos del deporte cántabro, cuando toda la ristra de participantes en la prueba de bicicleta de montaña parte hacia los montes. Y luego los de las e-bike, la maratón, los andarines... Y los valientes de la ruta adaptada. Todos ellos con su ritual de traca y música. Cuando salieron los que más mérito tienen, se dio la señal no escrita para los que quedaban en la zona. A desayunar. De primeras algunos, y de segundas los que se habían metido un madrugón de consideración.

«Era a las nueve, ¿verdad?» Un pequeño grupo de ciclistas preguntaba a las nueve menos cuarto que dónde era la salida. A pasar por el arco y a empezar con casi una hora de demora. Al poco, empezó a llegar gente a meta. Porque los participantes de las pruebas de ultramaratón llevaban toda la noche –salen a la medianoche de la noche del viernes al sábado– dando suela por el monte. Dos cántabros, Estefan Dosal y Jonathan Sierra, entraban de la mano como ganadores de la 'ultra' corta, la de 75 kilómetros. El sufrimiento y el pasar una noche corriendo por el monte formó un vínculo tan fuerte que ni el honor de verse primero en una clasificación pudo romper. Espíritu del Soplao en estado puro.

Ellos fueron los que poco a poco fueron dando paso a un reguero de participantes y ganadores en las distintas modalidades. Y todo ello bajo un cielo azul a más no poder. Los participantes en el speed trail, una media maratón por el monte y que cada vez gana más adeptos, los maratonianos, los de la gravel, la prueba corta de bicicleta de montaña... Los primeros y también los menos destacados, cada uno con su historia particular. Una gran ovación, como siempre, se llevaron a los que más les cuesta. Los diez kilómetros que tenían por delante los héroes de la ruta adaptada quedaron completados una edición más. Camino de las dos de la tarde llegaba uno de los nombres ilustres de esta historia por el corazón verde de Cantabria. Constantino Zaballa entraba como ganador de la ultramaratón larga. 110 kilómetros. Ya tiene ocho triunfos, cinco en aquella locura llamada Soplaoman y tres en la 'ultra'.

Llegaban más y más participantes de otras modalidades. Una pantalla gigante mostraba imágenes de algunos parajes, como Ozcaba, en el puerto de Palombera, y confirmaba que el día era de cuento. Por Cabezón, camino de las tres de la tarde, alguna nubecilla alta se empeñaba en recordar que el día perfecto perfecto, casi no existe en el Soplao. Y a esa hora, ya empezaban a llegar noticias de que el primero de la prueba larga de bicicleta de montaña estaba ya por Ruente. Cerca de las tres de la tarde, Roberto Fernández entraba en esa meta de la Avenida de Cantabria. Su tercer triunfo en la carrera 'veterana' del Soplao. «No hay una carrera como esta», señalaba el torrelaveguense. El fue el que dio continuidad a algo que, en 2007, sonaba a locura. Una carrera de bicis por los montes de Cantabria con un día infernal en lo meteorológico que valió al Soplao ese apodo del 'Infierno cántabro'. Esta vez, el tiempo se ha apiadado de todos para que el infierno lo sea un poco menos.

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