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Los uruguayos han comenzado este miércoles a despedir a Pepe Mujica, el exguerrillero que llegó a presidente de su país y se convirtió en referente ... de la izquierda latinoamericana y mundial, fallecido la víspera a los 89 años tras una larga lucha contra un cáncer de esófago. Defensor de un estilo de vida austero, acorde a su discurso anticonsumista, el exmandatario cumplió con su voluntad al morir en su modesta casa de la periferia de la capital acompañado por su esposa y exvicepresidenta uruguaya, Lucía Topolansky.
Miles de personas se han sumado al cortejo fúnebre que ha trasladado los restos del expresidente uruguayo por las calles de Montevideo hacia el Palacio Legislativo. Apostados a ambos lados de la avenida 18 de julio los ciudadanos se agolpaban para despedir a su líder al paso del ataúd a lomos de un carro tirado por caballos. «¡Gracias, Pepe!», gritaban algunos de los presentes. Otros lloraban.
La viuda participó en el homenaje final, así como el actual presidente, Yamandú Orsi, compañero de partido de Mujica y responsable de cubrir el ataúd con la bandera nacional.
La capilla ardiente está abierta desde las 15.00 hora local para todos aquellos ciudadanos que quieran darle un último adiós a Mujica. Permanecerá hasta el jueves en el Salón de los Pasos Perdidos del Parlamento, según el diario uruguayo 'El País'. El Gobierno ha decretado tres días de luto. Tras las honras fúnebres, será incinerado y sus cenizas serán esparcidas en su finca a las afueras de Montevideo, donde también yacen los restos de su inseparable perra Manuela.
«Adiós amigo», «viejo querido», «figura excepcional». Uruguay y líderes políticos mundiales lloraron la muerte del expresidente uruguayo José Pepe Mujica a los 89 años, víctima de un cáncer. Desde el anuncio del presidente Yamandú Orsi por la red X del fallecimiento del carismático exguerrillero, las reacciones de solidaridad y recuerdos del exmandatario se han multiplicado. «Te vamos a extrañar mucho Viejo querido. Gracias por todo lo que nos diste y por tu profundo amor por tu pueblo», escribió Orsi. También el exjefe de Estado uruguayo Luis Lacalle Pou presentó su «respeto y saludo a su partido político, a su gente y su compañera de vida», Lucía Topolansky. «Me nace destacar lo bueno y las coincidencias».
La gran mayoría de las muestras de pésame por la muerte del exguerrillero han procedido de sus vecinos latinoamericanos. Así, el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, calificó a Mujica como «un ejemplo» y destacó que «su grandeza humana trascendió las fronteras de Uruguay y su mandato presidencial». «Conozco a mucha gente, conozco a muchos presidentes, conozco a muchos políticos, pero ninguno de ellos puede igualar la grandeza del alma de Pepe Mujica. Fue realmente una figura excepcional», afirmó visiblemente emocionado, al inicio de una conferencia de prensa en Pekín.
El también exguerrillero Gustavo Petro, primer presidente de izquierda de Colombia, lo calificó de «gran revolucionario». «Adiós amigo», se despidió. La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, también lo consideró un «ejemplo para América Latina y el mundo entero» por su sabiduría y sencillez.
Romántico, el mandatario chileno, Gabriel Boric, escribió: «Pepe querido, te imagino partiendo preocupado por la ensalada amarga que hay hoy en el mundo. Pero si algo nos dejaste fue la esperanza incombustible de que es posible hacer las cosas mejor». «Su vida fue un testimonio de rebeldía y amor por su pueblo. Su legado perdurará en nuestros corazones», afirmó a su vez el dirigente boliviano, Luis Arce. «Toda América Latina está de luto», dijo de su lado el expresidente Evo Morales, archirrival de Arce.
El mandatario paraguayo Santiago Peña lo despidió como «un hombre fiel a sus ideas y trabajador incansable de la integración americana». Su homólogo cubano Miguel Díaz-Canel, rememoró en X la «esperanzadora etapa de las izquierdas en el poder y el sueño irrealizado de la integración». «No olvidar», pidió. El presidente venezolano, Nicolás Maduro, despidió con «pesar» en su cuenta de Telegram al «hombre humilde e incansable luchador social, cuya vida fue de lucha, enfrentando todas las vicisitudes con entereza y dignidad».
«Lamento profundamente la partida de José 'Pepe' Mujica», dijo el líder dominicano, Luis Abinader. «Tuve el honor de conocerlo y aprender de su sabiduría y humildad», señaló del político al que calificó de «referente moral y humano». «Adiós, querido Pepe. Ejemplo de humildad y de grandeza. De liderazgo entendido como servicio siempre a quienes más lo necesitan», manifestó de su lado el presidente guatemalteco, Bernardo Arévalo.
La jefatura de Estado peruana expresó en un comunicado el «profundo pesar» por la partida de quien fue «ejemplo de fidelidad a sus principios». «Le recordamos en su lucidez, admirándole en el espejo de los Tiempos, donde supo asumir lo necesario y lo que consideró correcto y propio, en su perspectiva personal y humana de Militancia Revolucionaria», escribió en un nota de prensa el Gobierno del nicaragüense Daniel Ortega.
Desde Europa, una de las primeras voces en mostrar su pesar por el fallecimiento de Mujica fue el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, quien destacó que el exguerrillero creyó en «un mundo mejor». «La política cobra sentido cuando se vive así, desde el corazón», añadió sobre la vida de Mujica, quien a comienzos de año anunció que abandonaba los tratamientos contra el cáncer de esófago que le fue diagnosticado en 2024.
El líder de la izquierda radical francesa, Jean-Luc Melenchon, le agradeció «por todo el coraje» y por «el ejemplo». «Gracias por tu lección de vida», dijo a la memoria del expresidente que se hizo famoso en el mundo por un estilo de vida sobrio, pero también por la aprobación durante su mandato (2010-2015) de la ley que reguló el mercado de la marihuana en Uruguay o el matrimonio entre personas del mismo sexo.
La expresidenta argentina Cristina Kirchner, con la cual Mujica tuvo desencuentros, señaló que «América Latina despide a un gran hombre que dedicó su vida a la militancia y a su Patria». Mujica vivió hasta el final de sus días en su humilde casa en el campo, a las afueras al oeste de Montevideo, junto a su esposa, la exvicepresidenta Lucía Topolansky.
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